La educación en España poco tiene que ver con los países mejor posicionados en educción, como son Corea, Finlandia, Japón, Canadá, etc.
Una de las razones por las que nuestro sistema educativo no puede compararse con los de los citados países, puede ser que en España no tenemos tan arraigada la cultura del esfuerzo como en los países asiáticos, ni la de las libertades como las de los países nórdicos.
A todo esto, hay que sumar la poca estabilidad y continuidad de los distintos sistemas educativos que hemos tenido recientemente, que no permiten evaluar su validez porque antes de poder ofrecer resultados, son cambiados por otros sistemas, coincidiendo con los continuos cambios de gobierno.
No debemos olvidarnos tampoco de que las competencias en educación están cedidas a las distintas comunidades autónomas, con lo que se complica que haya una homogeneidad en la comunidad educativa nacional.
Como se ha dicho antes, los distintos cambios políticos han propiciado distintas leyes de educación, cada una, según las convicciones del partido gobernante correspondiente, pero en todas ellas y lejos de consideraciones políticas e ideológicas, se han puesto de manifiesto necesidades como mayor gasto en educación, disminución de ratios de alumnos por aula, mejor formación del profesorado, etc, pero sin destinar en muchas ocasiones, las partidas presupuestarias suficientes para poder llevarlo a cabo.
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