LA EDUCACIÓN EN CASA

 


Cada vez hay más familias que deciden educar a sus hijos en casa, con sus propios medios y es innegable la calidad que estos medios pueden llegar a aportar a la educación del alumno, pero ¿es suficiente para poder garantizar que el alumno recibe una educación adecuada?

Ha de haber algún sistema de supervisión y control para que dicha garantía sea efectiva. En España tenemos el CIDEAD (Centro Integrado de Enseñanzas Regladas a Distancia), dependiente del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Un estudiante puede haber adquirido tantos o más conocimientos y competencias fuera de un centro educativo que dentro de él, pero estos centros, por el mero hecho de serlo, están sujetos a una legislación y controles que aseguran que la educación que imparten cumple con los requisitos establecidos.

Para que una educación sea de calidad, entre otros aspectos, se ha de cumplir que desarrolle el crecimiento del alumno como persona, lo cual no se produce cuando en la acción formativa se produce en casa. Pierde la interacción con otros compañeros, la capacidad de trabajar en grupo, cambiar de compañeros de grupo, la capacidad de resolución de conflictos, valores como la empatía o la asertividad, la relación con personas de su misma edad y distinto sexo que no sean de la familia, convivir con personas de otras culturas, sectores sociales, personas con necesidades especiales y algo también de extrema importancia, el poder conocer diversas formas de pensamiento, otra manera de hacer las cosas, otras ideas, porque va a tratar con un mayor número de iguales y va a aprender con un mayor número de profesores, donde cada uno de ellos puede, o no, dejar su propia impronta. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en el pensamiento único y en el adoctrinamiento.

Hay casos en los que este tipo de enseñanza es obligada. Familias con trabajos ambulantes (feriantes, circos, etc.), deportistas de alto nivel con gran cantidad de competiciones de varios días fuera de su localidad (tenis, ciclismo, etc.). En estos casos, la educación en un centro escolar es inviable y son las familias, responsables de la educación de sus hijos, las que deben proporcionar los conocimientos y competencias mínimos requeridos, bien con sus propios medios, bien a través de ayuda externa, pero siempre supervisada esa educación por parte del sistema educativo.

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